Me perteneces, eres mío y formas parte de mí.
Nuestros pasos tomaron rumbos distintos y todo ha sido
culpa mía porque no puedo darte lo que tú necesitas.
No tengo derecho a pedirte nada, a hacer nada, a sentir
nada…
Estas haciendo lo correcto. No dudes. No mires atrás, yo
ya no estoy ahí.
Siempre miré al futuro por la rendija de la puerta. Nunca
me atreví a abrirla porque temía que entraras pero tampoco era capaz de
cerrarla por miedo a que ya nunca más la pudiera abrir.
Ahora sé que el pestillo está echado con la llave del
olvido la cual está guardada en el baúl del tiempo.
Me admiras y no te das cuenta de que sólo soy un espejo.
Si quieres conocerte solo tienes que mirar en mí y sabrás quien eres.
No llegaste hasta mí por fruto de la casualidad sino
porque tu ser necesitaba al mío para complementarse. Creo que durante este
tiempo nos hemos alimentado el uno del otro.
Gracias por darme un sorbito de ti.